sábado, 29 de diciembre de 2007

NO HAY LÓGICA EN EL AMOR (Leído por ahí)

Mis ojos me arden. Las lágrimas ya se han secado y mi cuerpo ya se cansó de llorar. Me extraña que pueda sentirme tranquilo después de lo sucedido. Sé que no es comprensible pero el amor es así, no obedece ni a la lógica ni al tiempo. Siento mis manos pesadas y es por eso que no puedo decir que estoy completamente feliz porque siento que me falta algo. Pero por suerte sé que no me falta un todo.

Sentado en el viejo sillón en una posición estática y con la mente dándome sigilosos revoloteos. Me siento muy raro pues sé que no puedo ni escribir, ni dibujar. Solo sé que puedo pensar y sentir. No me incomoda estar en ese estado pues veo que por primera vez no recurriré ni a un lápiz ni al ordenador.

Sin darme cuenta es que empiezo a sentir una ligera presión en mi hombro derecho. Empiezo a sentirme cómodo y con una calor agradable a pesar del frío que invade las paredes de mi casa. Me confundo aún más puesto que debería de sentirme triste...

Un momento. Debo de arreglar primero mis ideas. La tristeza debería darse, o bueno continuar puesto que yo y alguien a quien ¿amo? (que confuso, por Dios!) nos dijimos adiós. Pero no es así porque la tranquilidad me embarga. ¿Cómo puede ser posible que al estar embriagado por algunos meses del brebaje del amor, hoy, justo hoy, me sienta tan tranquilo al ya no tenerlo más?

De pronto, como un relámpago un recuerdo se impregna en mi cabeza. Un señor de cabellera blanca es lo único que reproduce mi pensamiento. El golpe de la sensación es tan profundo que siento que dos agujas penetran por la parte trasera de mis glóbulos oculares y consecuente, el llanto desesperado se me hace incontrolable.

Grito, sollozo, me desespero... No puedo creer que después de nueve años llegue a extrañar a mi abuelo como si se hubiera ido el día de ayer. Lloro porque lo extraño y me desespero aún más porque siento que me está abrazando y consolando. Siento que está conmigo.

Sé que en el amor no hay lógica. Y es por eso que mis lágrimas no podían controlarse cuando el adiós con ella fue ya algo inevitable. Inevitable porque quizás en el fondo no lo queríamos, o quizás sí. Me llegue a cansar de tantas lágrimas (eso lo admito). No sé cuánto dure la nostalgia... No sé cuánto duren tantas cosas... Pero... Pero... ¿Pero de un segundo a otro recordarlo a él?, ¿Cómo era posible que recordara a mi abuelo justo en un momento tan crucial?

Lloré también mucho por él. Cada recuerdo y cada momento que viví con él fueron como un sueño profundo y estrepitoso. Olvidar a mi abuelo es algo que no podré hacer. Pero sé que la diferencia es que él se fue sin haberlo deseado. No importa... No importa... Porque sé que no importa donde esté Él... Lo único que sé es que siempre estará conmigo...

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