jueves, 7 de agosto de 2008

NOS DEJARON EN LO QUE VA DE AÑO

Hoy de nuevo tenemos que despedir a otro amigo/compañero de la infancia y juventud, Francisco Martín Vivas. Con él ya se han ido en este año Pablo Carrillo, Marcelino Guapo y hoy Pocholo (como le conocíamos casi todos y como a él le gustaba que lo llamasen).

Esta gente, de esa franja fatídica de los 45 a los 55, nos deja recuerdos imborrables a todos los que hemos compartidos vivencias con ellos y quedarán en nuestras memorias para siempre. Jugué en el equipo local de fútbol con Pablo y Marcelino y formé parte del equipo de fútbol-sala de Paco Pocholo, con el que también compartí mis años de niñez. Podría describir alguna que otra anécdota entrañable vivida con ellos, pero hoy solo es posible este pequeño homenaje en su memoria. Descansad en paz.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me enteré de su muerte ayer mismo, y me sentí muy muy apenada. Nos conocíamos mucho, compartimos amistad, malos ratos, juergas y alguna que otra confidencia.

Lo siento mucho por Paco... allá donde estés recuerda como terminaban nuestras conversaciones: "nunca gracias... siempre un hasta pronto"

Hasta pronto, Paco. Un beso enorme

Anónimo dijo...

Carta a un amor perdido, a un esposo adorado. A un ser excepcional.


Mi esposo querido:

Hoy hace dos meses que nos dejaste. Dos meses de angustia, de sufrimiento, de dolor inmenso, de ausencia infinita. De vacío imposible de llenar.

Toda una vida juntos, luchando contra viento y marea los avatares de nuestro matrimonio, de las circunstancias positivas y negativas que aparecen a lo largo del camino que un día emprendimos juntos. Un camino sembrado de rosas y espinas, muchas espinas, pero que una sola rosa que apareciese era capaz de borrar.

No fuiste ni el marido ideal, ni el padre perfecto. Pobre, lo intentabas, pero se te complicaba demasiado.
Tú eras fuerza, emotividad, temperamento, vida, lucha. Cualquier cosa menos paciencia o tolerancia, eso no era para alguien como tu. Tratabas de controlar lo incontrolable y era como poner puertas al campo. Cortar alas al viento.

Aun así, si había algo claro para ti, fuera de toda duda, era tu familia. Tu mujer y tus hijas estaban por encima de todo.
Pese a no saber demostrarlo algunas veces, ahora que no estás, tengo la certeza absoluta de ello, y con todo el dolor que sienten tus hijas y yo, agradezco a Dios que no hayas sido tú el que tuvieras que pasar por lo que nosotras pasamos.

Tú no serías capaz de soportar este vacío, esta falta, este trallazo que llevó nuestra familia, éramos tanto para ti que no hubieras conseguido superarlo.
Nosotras estamos mal, muy mal. Sentimos un desamparo tan grande, una desesperación, un no poder hacer nada , que parece que no vamos a salir adelante sino estas tú para plantarle cara a la vida y continuar, pero lo haremos como sea, porque tú no merecías que tu familia se hunda.

Pusiste en este mundo dos hijas inteligentes, fuertes, bellas como tú, y ellas continuarán. Tu ausencia no nos la va a compensar nada, pero tu recuerdo, siempre presente, será el impulso que necesitamos, la lucha que tú nos inculcaste no será en vano. No te dije nunca lo mucho que aprendí de ti. Que mi fuerza era tu fuerza. Que me sentí muy querida y que me arrepiento de no haberte dicho te quiero más veces.

Te escribo esta carta esperando que a algún sitio te pueda llegar. Que desde donde quiera que estés, veles por nosotras. Desde lo mas profundo de mi alma, mi esposo querido, mi amor, gracias por quererme como nadie me querrá , y por darme todo lo que me diste.

Al final no pudiste acompañarme. Ya no estarás aquí para cuidarme, ni para ver crecer a los nietos que tanto anhelabas. Tendrás que hacerlo desde el cielo, en donde, estoy segura que si de verdad existe, tu tendrás un sitio especial, porque tú, no eras cualquiera, eras para todo y en todo, más especial que nadie.

Marcela B. de Guapo. 29 de Agosto de 2008.